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Un Valioso Legado

Hola de nuevo, hoy me apetece compartir con vosotros/as una reflexión muy personal. Espero que os guste y os ayude a valorar lo realmente importante en esta época de crisis económica y personal: 
«Fuera está lloviendo y hace bastante frío, nada fuera de lo habitual en estos días. Se acercan fechas muy señaladas – entrañables para unos, de descanso para otros, comerciales para algunos- pero en definitiva,  diferentes y únicas en el año.
En mi caso, ésta época me trae recuerdos agradables de la infancia junto a mis hermanos y mis padres… Visitas a casa de los abuelos para celebrar la Nochebuena o felicitar el Año Nuevo. ¿Y el día de Reyes? ¡Qué trasiego de nietos recogiendo los regalos! ¡Qué felicidad se reflejaba en sus rostros arrugados por el paso de los años y de la vida, cada vez que rasgábamos el papel que envolvía esos juguetes!
Ahora que soy una nieta más mayor y que mis padres cogen su relevo, me detengo a pensar bien sobre esos “otros regalos” que me dieron y aún hoy me siguen dando mis abuelos. Quiero darles las gracias de una forma especial, que sepan que también guardo un pedacito de ellos y que cada día trato de “poner en juego” esos regalos: Sus valores. Sí, sus valores. Estos son para mí una brújula imprescindible para no perder el rumbo,  impregnan toda mi vida y no se me ocurre mejor tesoro que dejar a mis hijos.
De la abuela Isabel,  admiro su fe y su entrega. Fe en que si deseas algo con mucha fuerza puede hacerse realidad si pones de tu parte. Entrega, porque sus cuidados y compañía eran incondicionales. Recuerdo aquellos días de frío y lluvia en que nos acompañaba al cole, a su casa o a dónde hiciera falta… ¡Cómo se preocupaba por saber cuando teníamos un examen y rezaba para que todo nos fuese bien!
Al abuelo Manuel, le conocí poco tiempo, pero aún así recuerdo comentarios sobre su imaginación para relatar cuentos infantiles y su tesón por reparar las averías de extraños artilugios.
De la abuela María adoro su fuerza y coraje. Su fuerza vital siempre la comparo con la con un caballo salvaje que corre por amplias llanuras: libre, intrépida, indomable, majestuosa. Su coraje, por él es capaz de vivir superando las pruebas más difíciles a las que puede enfrentarse una madre. ¡Cuánto necesito a veces de esa fortaleza e impulso!
Y el abuelo Cristóbal… todo un personaje. Perseverante, trabajador y lleno de ilusión por vivir. Miles de veces nos ha contado cómo consiguió – a fuerza de insistir- enamorar María, la guapa granadina que caminaba por Gran Vía cuando se cruzó en su vida un “boquerón” malagueño vestido de militar. Si con más de ochenta años y muchos desafíos del destino a sus espaldas, aún mantiene intacta su ilusión por descubrir qué le ofrece el día siguiente recibiéndolo con una sonrisa, yo no puedo ser menos.
Creo que estos son buenos pilares sobre los que construir una vida y por ello aprovecho este pensamiento volcado en un papel para darles las gracias por compartirlos con sus hijos y hacérmelos llegar. En cada momento dónde siento que ya no puedo más, que las cosas pierden sentido o que se hace complicada la lucha, aparecen unos sentimientos renovados como estrellas guías que brillan  en el horizonte oscuro. Sé que son fruto de los recuerdos que me traen aquellas historias y vivencias narradas dónde ellos y ellas tuvieron que emplear a fondo sus distintas esencias.
Anclar en buen terreno nuestras raíces es fundamental si queremos que el árbol crezca fuerte, resista al viento, las heladas, los golpes de las riadas y aprenda a lidiar con los parásitos que intentan invadirlo para llevarse su vitalidad. Por ello, generación tras generación debemos transmitir lo mejor de cada casa. Las verdaderas riquezas son las que nacen del alma, nunca se agotan y se pueden mejorar con cada nueva existencia.
Valioso legado, no puedo llamarlo de otra forma. Esta es mi gran fortuna… a pesar de la crisis, la lluvia y el frío que hace fuera.»
Con mis mejores deseos ¡Feliz 2012!

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