Espero que disfrutéis de este microrelato. Quizás consiga despertar profundas emociones con pocas palabras.
“La última alma humana caminó desorientada entre los escombros. Encontró pedazos de desaliento, retales de impotencia y fragmentos de dolor. Sólo quería gritar su soledad, sacarla para no pensar en ella, de lo contrario, la devoraría por dentro. Aquel terremoto había asolado su vida, sacudiendo sus entrañas y sus recuerdos. ¿Dónde estaba su mundo? ¿En qué remoto lugar debía buscarlo? No encontraba respuestas. El ensordecedor silencio inundaba su ser aunque sus ojos percibían el polvo, las paredes que aún se desplomaban y vagas luces intermitentes. Dio un paso y supo cual era su misión: aquel niño era su rayo de esperanza…”